La importancia de una buena preparación física para el esquí
El esquí alpino se limita prácticamente a bajadas por prolongadas pistas y a nivel físico es una cuestión de estabilidad y resistencia a la fatiga. El trabajo muscular se lo lleva casi por completo el tren inferior que tiene que actuar durante muchas horas en un rango de movimiento muy corto.
Requiere anticipación y organización del movimiento en el trazado del descenso.
El componente de agilidad aumenta a medida que aumenta la dificultad, ya sea por la velocidad o por la dificultad del trayecto. En estos casos se requiere una respuesta motriz rápida y una buena coordinación para ajustar las posiciones de forma rápida.
Los músculos aductores de la cadera y el glúteo medio, ayudado por los abdominales oblicuos, son los que se encargan de inclinar el tronco para realizar giros.
Son los que inclinan la cadera y facilitan el giro.
Los aductores
Situados a la parte interna del muslo, realizan un trabajo secundario constante para mantener las piernas lo más juntas posible y que no se separen con el deslizamiento.
Se requieren altos niveles de fuerza-resistencia del tren inferior.
El gesto del descenso se produce en una ligera flexión de caderas y rodillas. Esta posición ya nos indica que el músculo más solicitado se lo cuádriceps, responsable de mantener las rodillas en una ligera flexión-extensión.
Por el escaso recorrido articular los músculos realizan prácticamente una contracción estática denominada “isométrica”.
Este tipo de contracción sostenida produce la sensación de “ardor” muscular que podemos experimentar en los descensos largos.
Entrena la fuerza.
El entrenamiento de fuerza te ayudará a soportar mejor y durante más tiempo las difíciles posiciones que requiere este deporte. También te facilitará a tener más recursos técnicos y disminuirá las posibilidades de lesionarte.
Entrena la resistencia.
Necesario para aguantar toda una jornada de esquí y estar en condiciones de esquiar el día siguiente o volver a tu rutina habitual.
Entrena la flexibilidad.
Si tus articulaciones y tus músculos presentan una movilidad reducida será difícil que esquíes con cierto nivel, no sólo será difícil sino que tendrás muchas posibilidades de acabar el día con una lesión. Una buena flexibilidad te dará más margen de maniobra, te hará mejor esquiador/a y sufrirás menos.
Entrena con electro-estimulación.
Te asegurarás realizar entrenamientos completos y acelerar la preparación física tanto a nivel de fuerza como nivel de resistencia puesto que consigue profundizar en las fibras musculares que son más difíciles de activar en un entrenamiento convencional. Además de no tener ninguna carga articular, permite trabajar con menos tiempo y menor esfuerzo realizando ejercicios específicos por la práctica del esquí.
Jordi Martín
Entrenador personal a BodyViu